EL PODER
DEL CONOCIMIENTO CRECIENTE
POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.
-“Una
vez alcanzada aquella meta ha surgido ante mí otra más elevada”-.
Friedrich
Schlermacher
Cuando le preguntaron al gran jurista
italiano Francesco Carnelutti, por qué en edad avanzada continuaba investigando
y escribiendo, él respondió: -“Para corregir mis errores”-.
Por muy
adelantado que esté alguien en el camino de la sabiduría, siempre considera
que, es tanto lo que hay que avanzar,
que está muy lejos de considerarse una persona sabia o que ya aprendió
lo suficiente, al contrario, mientras más avanza, se percata mejor, cada quien,
de la inmensidad de lo que queda por andar.
La carrera
universal del ser humano es sin límite; es una evolución ascendente, en forma de
espiral. Es eterna, por tener ese carácter el inmortal espíritu.
Desde la más
remota antigüedad, los más preclaros individuos han tenido conciencia de la
progresión cíclica de la existencia humana, en infinitos y continuos ciclos
evolutivos –o fases existenciales-, donde cada una es la encarnación de una
nueva etapa de progreso, la cual, una vez culminada, prepara la siguiente, al
igual que, cuando se asciende una montaña, mientras más alto se llega, más
lejos se ve.
-¿Dónde está
el comienzo y el fin, en las metas cósmicas?-.
Lo eterno y
lo infinito en el espacio y tiempo parecen no tener términos, como en efectos
así es. Cabría la pregunta: -“Que había antes del comienzo y que habrá después
del fin?
Un nuevo
ciclo, un grado más elevado, una realidad distinta, otro planeta, retos más
exigentes y oportunidades nacientes para potenciar la maestría personal y
realizar la gran obra cósmica.
En cada
etapa de la carrera universal, el mismo espíritu inmortal; más sabio, maestro
hasta allí, pero, eterno aprendiz de ahí en adelante, hasta el infinito, que
significa siempre un más allá; hasta la eternidad que quiere decir: el eterno
presente, -como suma existencial cósmica-, en el aquí y ahora, en constante
progresión.
Llegar a la
meta, en determinado rango evolutivo, implica aspiración a lo que sigue
después.
El presente
constituye la base como eslabón de la cadena evolutiva universal de la
eternidad que está por delante; si ese eslabón requiere fortaleza, hay que
trabajar en ello hasta fortalecerlo en grado suficiente y luego pasar al
siguiente; cada grado es un aula de estudio; al desocuparla, otro la ocupa y se
asciende al siguiente grado.
Existen
infinitas aulas de estudio con sus respectivos grados de sabiduría; cada uno –y
sus funciones- implican tareas que, como misión de vida, se realizan para
aspirar al salario cósmico.
El aliento
cósmico permite absorber las energías suficientes -por medio de la aspiración
divina que, en determinados grados va manifestándose en cada persona- hasta
realizar la obra sin importar la cuantía.
Mientras más
elevadas es la obra, mayor cantidad de energía es la absorbida, en grado
suficiente, acorde a la magnitud de lo que hay por realizar.
El universo
secunda a cada persona, por cuanto, dentro de la aparente ilusión de que la
obra es propia, ésta es, en realidad, la del Supremo Hacedor, de cuya divina
inteligencia se es instrumento ejecutor.
Los planes
fueron trazados por el Gran Arquitecto del Universo; cada persona asume,
voluntariamente, los objetivos que su visión y fuerzas les permiten, que
representa su cuota de cooperación, en cada etapa, y por ende, el salario que
va obteniendo le da autonomía en su ascenso gradual y eterno por los infinitos
canales de la evolución universal.
Todo logro,
o triunfo, es un paso hacia delante y te faculta para uno mayor.
En cada
escalón están las tareas inherentes y la emocionante certeza de nuevas cosas
por aprender que califica, a cada
persona, de aprendiz de la sabiduría –que investiga la verdad-, en el eterno
presente.
Las
necesidades cósmicas y personales son las que orientan los diferentes niveles
de aprendizajes como guías certeras en la evolución –grados de conciencia
adquiridos- en la escala cósmica.
Cada nueva
experiencia, en la infinita variedad, es un grado más de percepción de conciencia.
Es tal la
inmensidad de resultados positivos que depara la infinita carrera humana, que
hay que aprovechar cada minuto al máximo para permanecer en movimiento
ascendente, y constante, para recibir la riqueza universal que a cada persona
está asignada.
Se precisa
aceptación. Abrir la puerta de la mente para recibir la abundancia universal;
engrandecer la copa de la vida para tener mayor capacidad de absorción. De
trabajo, estudio y aprendizaje aplicados al servicio de la humanidad, aquí y
ahora, aunados a la práctica de todas las virtudes, con el supremo amor como
escudo y poder universal que energiza y concede la potencia suficiente, y
necesaria, para amar con efectividad a la sabiduría universal y beber de sus
fuentes más excelsas.
Adelante.