sábado, 15 de diciembre de 2012

EL PODER DE LA HONRADEZ



EL PODER DE LA HONRADEZ

POR ©GIUSEPPE ISGRÓ C.


     La máxima satisfacción que el ser humano experimenta es la de saber que todo logro y/o posesión lo debe a su propio esfuerzo  y a un trabajo honesto.

La conducta del sabio es recta en sus propósitos, acciones  y resultados. Sabe que la honestidad  es el único camino que conduce a una vida feliz. Por lo tanto, busca todo bien en lo honesto, y encuentra, dentro de sí, el supremo contento. La experiencia de la vida demuestra que, para alcanzar la felicidad, la honestidad es el bien exclusivo que la proporciona.

Todo acto de honradez genera tranquilidad interior, seguridad, confianza en sí mismo, autoridad moral, auto-respeto y disponibilidad para los logros que deben ser alcanzados. La razón es el fiel de la balanza que indica la conducta a seguir, en cada caso, rigiendo las acciones de acuerdo con la justicia, la integridad, la probidad, la lealtad y el honor.

Todo cuanto hagas, hazlo por amor a la honestidad y a la rectitud, para tener la conciencia tranquila.

Adopta, en todo momento, decisiones justas, tanto para otros como para ti. Condúcete, frente a las pruebas de la vida, con serenidad, ánimo tranquilo, fe, valor, aceptación de la realidad y sinceridad interior, firmeza, constancia, plena comprensión de las leyes cósmicas y sus valores. La experiencia de la honestidad pone en práctica todas las virtudes que generan y, mantienen, el honor, en cada uno de los propios actos.

La integridad moral, permite cumplir el propio deber, a plenitud, y, lleva a resistir la tentación de los actos reñidos con lo honesto; la probidad, lo hace cumplir, dando a cada uno lo suyo, por respeto a las leyes y, para mantener la reputación intachable; la lealtad, lo cumple con placer y desinterés; y, la honestidad, por amor al bien,  rindiendo honor a los propios compromisos, alcanzando un sentimiento de auto-liberación. Todo acto en desacuerdo con la honestidad es una deuda cósmica que se adquiere, la cual debe ser pagada, oportunamente. Además, por un mecanismo cósmico, en el mismo momento que alguien decide obtener cualquier indebida posesión, simultáneamente, actúan fuerzas positivas del bien, determinando que, una vez obtenida, la desplazarán de sus manos.

La experiencia acumulada por los sabios indica que, toda persona debe retener para sí solo  lo que le pertenece, para gozar de la paz interior. De esta manera se experimenta la libertad personal.

La justicia universal coopera, con la persona honrada, a mantener el equilibrio evolutivo. Además, todo lo ve y lo pesa, inflexiblemente, haciendo pagar, a cada quien, aquí y ahora, lo que la balanza indica, con sus respectivos intereses. Es preferible ser acreedor. Cuanto antes cada uno pague sus compromisos cósmicos, por la Ley de Compensación, mejor. Dispondrá de libertad integral: física, moral, intelectual y espiritualmente, poder de realización, , gozará de la verdadera felicidad.

Conviene entusiasmarse con las riquezas acordes con la honestidad, pues, de seguro que agradará el destino que le toca a sus poseedores. Siempre, todos han quedado satisfechos de cualquier acto efectuado de acuerdo con la honradez.

Responde con honradez a la confianza que te han otorgado tus conciudadanos.

Cumple tu deber por amor al bien y sé virtuoso por conciencia y comprensión de los valores reales de la vida, de los beneficios genuinos y de la felicidad que proporciona  la práctica de las virtudes. Ten presente que, frente a toda situación,  la vida prueba tu honradez. Mantén firme tu resolución de salir airoso aplicando los principios de la dignidad, la decencia, la justicia y el amor.

Simón Bolívar, decía: -“hombres virtuosos, patriotas e ilustrados, constituyen las repúblicas”, y, -“la educación forma al hombre moral”-.

La honestidad, -parafraseando a Duclos- actúa por conciencia, se desarrolla con la educación, se mantiene con los principios y se fortifica con el ejemplo.

La honradez es tu mayor riqueza y crédito. Actúa con buena fe. Sé confiable, justo y honrado, siempre. Cada día palparás, más y mejor, que la experiencia de la honradez proporciona la auténtica   felicidad de la vida y un elevado sentido de la auto-estima y dignidad personal. 


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Desde la antigüedad, tanto los sabios como la gente sencilla, se han percatado de la presencia de la ley divina que actúa, instantáneamente, haciendo esfumar el dinero –u otro bien- mal habido, aparte de dejar poco bien parados a sus ejecutores. La honradez, la veracidad, la equidad, la rectitud, el trabajo efectivo, la paciencia, la persistencia, el entusiasmo, la moderación, la prudencia, la templanza, la voluntad de servicio,  el ahorro y la inversión, el sacrificio, el esfuerzo constante, constituyen el único camino a la auténtica riqueza integral, al bienestar sólido, a la tranquilidad de espíritu, y, a hacerse dignos de que, las leyes cósmicas,  y, la protección divina, concurran en cooperación  activa, a prestar su concurso, por cuanto, el Gran Ser Supremo,  y la vida, ayudan a quienes se ayudan a sí mismos, correcta y honradamente, y persisten, con ánimo contento, confiados, en el resultado final positivo, en todas las etapas  existenciales.

La única manera de alcanzar la auto liberación es estando libre de deudas de toda índole; económicas, morales, etcétera.
Quien, indebidamente, se aprovecha de otros, aparte de quedar, instantáneamente, sujeto a la acción de la ley cósmica,  se convierte en esclavo de quienes ha perjudicado, y, antes o después,  debe reparar la falta, incluyendo los respectivos intereses, y, en el intervalo, dejará de tener libertad de acciones hasta el día en que inicie la reparación y compense el hecho. 
Es una fuerza de coacción cósmica que actúa  oportunamente (inmediatamente), llevándose lo indebido, de múltiples y variadas formas, zahiriendo al infractor, quien dejará de tener paz hasta que actúe correctamente y restablezca el equilibrio, compensando su deuda  existencial.

Quien quiere ver, observa claramente esta ley, y los efectos de su infracción en todas las áreas de la vida.  Todos los que se aprovechan inadecuadamente de sus funciones, con manejos indebidos de las situaciones, pese a lo mucho o poco obtenido, las necesidades surgidas se lo llevarán, encontrándose igual que antes, con la agravante de una deuda innecesaria, un cargo de conciencia que instan a la rectificación, y, además, fuerzas cósmicas los mantendrán en tareas en las cuales deberán compensar el hecho y, por mucho que se quiera, se dejará de tener la libertad debida, hasta que cada uno salde su compromiso cósmico y obtenga la auto liberación, actuando en plena armonía y concordancia con las leyes cósmicas: justicia, rectitud, honradez, sinceridad, trabajo efectivo, estudio constante,  etcétera.

Con la vida no se juega, por cuanto, el “ojo que todo lo ve”, mediante un mecanismo simultáneo,  realiza movimientos adecuados que neutralizan cualquier acto indebido del que se aparta del justo camino.

Pero, la vida es colaboradora insuperable cuando cada uno  decide recorrer  el camino del servicio, del progreso, de la justicia, de la práctica de todas las virtudes y del amor.

La vida, con tiempo, prevé a las propias necesidades; por supuesto, no hay que quedarse de brazos cruzados, tal como dice la máxima popular: -“Ayúdate que Dios te ayudará”-.

Hay que tener confianza en la suprema bondad, en el sentido de que, aún en el peor rigor de la justicia divina, ésta siempre busca el bien de cada quien y aun imponiendo corrección severa, si se acepta el hecho y se opta por la propia redención, con paciencia, constancia y confianza,  todo coadyuvará en beneficio propio.

La justicia universal da a cada quien exactamente lo que se merece, ni más ni menos. Hay sólo un camino: lograr mayor merecimiento, haciendo lo que debe hacerse, dando más y mejor  servicio, siendo altruistas y generosos, alcanzando la excelencia, en todo.

La regla de oro en las interrelaciones humanas la constituye la antigua  máxima: -“Hacer a los demás  lo mismo que se quisiera recibir  para sí en idénticas condiciones”-.

Dale a la vida lo mejor que puedas darle y ella te dará lo mejor que tú seas capaz de recibir.

Respeta la porción ajena y conservarás la tuya intacta para usarla a tu mejor conveniencia.  Al que quita le será quitado; al que da, le será dado más aún, para que siga dando: servicio, amor, respeto, etcétera.

Lo mismo que tú quieras para ti, debes darlo antes y lo recibirás oportunamente.

Acepta la abundancia de este día, realiza tu tarea con ánimo contento y sé feliz.

Adelante.


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